Reconocí en tus ojos ese brillo
(«ella sabe, quiero que me enseñe«)
algo así sonaban las frases que hicieron eco en mi mente y te abrieron un espacio en mi corazón.
nos encontramos en un punto de nuestras vidas donde ambos mirábamos con atención y cuidado el contacto físico. tocar y ser tocado por otro ser humano, simplemente por el deseo de hacerlo. reconocer el cuerpo, cercanía, amor.
me pareció que nos sentíamos un poco vulnerables… ¿y quizá también solitarios?
lo estábamos, en cierto punto. ambos sin hogar, refugiados en un departamento «prestado» en el barrio de Kreuzberg.
sobre el sofá: un mapa de ideas para un proyecto de la dueña, un post-it con una frase de bell hooks🪶, y plantas que no eran nuestras pero que cuidábamos igual 🪴.
#meetingpoint
¿en qué parte del cuerpo se siente ese deseo de conectar con alguien que acabas de conocer?
¿y si no es un primer encuentro, sino un re-conocimiento que ocurre antes de entenderlo?
¿cómo sabe el cuerpo que quiere abrirse a alguien nuevo, sin buscar nada más que descubrir?
—
¿qué tipo de sensor es ese?
¿será un sensor en la piel, en las entrañas o en las neuronas?
¿dónde vive ese impulso silencioso?
–
es esa curiosidad silenciosa, sin prisa ni expectativa, que impulsa a acercarse simplemente para sentir, para explorar, para reconocerse.
cinco días para descubrirlo — junto con otras cosas — es emocionante y no me roba la paz.
en una mesa larga, te sientas frente a mí. me gusta. sin razón clara. simplemente me gusta.
¿qué parte de mi sistema nervioso te reconoce antes de que lo haga mi mente?
hacemos contacto visual, y siento cómo mi electricidad fluye hacia ti de forma distinta a como fluye hacia los demás dentro del mismo salón. mencionas una palabra y conectamos. me intrigas. ¿será que compartimos dolores? ¿por qué te duele eso a ti también?
noto en tu mirada tantas cosas que no sé interpretar, pero sí sentir. imagino que tú igual.
nos sentamos uno frente al otro.
te busco.
nos encontramos.
te sonrío.
siguiente día…
gracias por este regalo musical.
J